Las tormentas y dificultades que llegan a nuestra vida muchas veces nos toman por sorpresa, en ocasiones nos cuesta entender el por qué de las situaciones que atravesamos y nos preguntamos por qué Dios permiten que estas tormentas nublen nuestro entorno.
Lo que nos cuesta creer es que realmente Dios pueda sacar algo bueno de las tormentas y adversidades, pero aunque parezca algo insólito así es ¡Dios tiene todo bajo control! Sucede que no todas las tormentas que enfrentamos provienen de Dios, claramente es Él quien las permite, más no es el quien las propicia.
Existen tres tipos de tormentas:
1. Provocadas por nosotros mismos
Este tipo de tormentas vienen representadas por circunstancias que nosotros mismos propiciamos; son situaciones que están definidas por acciones y malas decisiones tomadas a lo largo de la vida.
Son nuestros nuestros propios pecados, nuestro estilo de vivir, nuestro orgullo en nuestras y nuestra falta de Dios las que nos tienden lazo y nos llevan a pasar muy malos ratos.
«La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se irrita su corazón», Proverbios 19:3.
Sucede que muchas somos imprudentes y andamos errantes por la vida sin pensar en las consecuencias que cada acción acarrea para nosotros, por supuesto tenemos un Dios que nos guarda, pero esto no quita el hecho que debamos velar y ser prudentes. ¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen?, Proverbios 6:28.
2. Provocadas por otros
Estas son situaciones que aunque son provocadas por personas externas, terminan por salpicarnos, ofendernos y lastimarnos.
La Palabra nos advierte que el mundo hemos de pasar por aflicciones; estas situaciones dolorosas muchas veces vienen por parte de las personas que menos lo esperamos, y es en esos momentos cuando nos damos cuenta de que todos pueden fallarnos, excepto Dios.
No debemos fiarnos de los hombres, pues la Palabra lo dice: «Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová», Jeremías 17:5. Solo Dios se queda allí cuando otros se van solo nuestro Padre amoroso permanece fiel aun cuando todos te han dado la espalda.
3. Provocadas por Dios
Este tipo de tormentas se presentan como sucesos inexplicable e inentendibles y su finalidad es enseñarnos a depender y a confiar cada día más en Dios. Son esos momentos en los que solo la mano de Dios puede obrar a nuestro favor y es entonces cuando dependemos más de Él. Problemas de salud, de muerte de un ser querido, la falta de trabajo, etc.
Todos alguna vez hemos pasado por este tipo de tormenta y aunque han sido dolorosas, podemos estar seguros que han tenido un propósito para nuestras vidas. Dios no trabaja en el ensayo y error ¡NO! El sabe muy bien lo que hace y lo que permite en nuestras vidas siempre tiene una finalidad.
«¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?», Lamentaciones 3:37.
«Sea cual sea la situación en la que te encuentres debes entender que cada tormenta nos ayuda a crecer y nos ayuda a hacerlo mejor la próxima vez; nos deja una lección de vida que forma en nosotros carácter, misericordia, confianza y sobre todo fe».
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